PSEUDO DIONISIO AREOPAGITA
LA TEOLOGÍA MÍSTICA *
* No hay tratado
tan corto con tan larga influencia en Occidente como la Teología mística del
Areopagita, síntesis o germen de todo el Corpus Dionysiacum. La
Teología simbólica se explica ampliamente por las jerarquías: celeste y
eclesiástica.
La Teología sistemática comprende la lógica exposición
de los Nombres de Dios. La Teología mística, este librito que habla de Dios
por vía de silencio, nos pone en los umbrales del cielo. Teología, para
Dionisio, es sinónimo de Biblia, hablar con y de la palabra de Dios; lo
hemos visto constantemente en CH, EH y DN.
Mística significa el
admirable descubrimiento del Misterio, Infinito más que los cielos y los
mares. Queda el alma abismada, sin palabras, encantada, y al volver a la
tierra su mirada exclama: ¡Nada! Nada como aquello, nada se le parece, es el
Inefable, arcocpiini =yo niego que lo mejor de este mundo se pueda comparar
con aquel Bien. No, no me digan palabras que no alcanzan la Verdad. Déjenme
en silencio cantar sus alabanzas. Apofática, mística, silencio vivencial.
Capítulo I
1. Trinidad supra esencial, Sumo Dios, Suprema
Bondad, guardián de la sabiduría divina de los cristianos, condúcenos a la
más desconocida, la más luminosa, la más alta cumbre de las Escrituras
místicas; allí están ocultos, bajo las tinieblas más que luminosas del
silencio que revela los secretos (Ex 20,21; Dt 4,11; 5,22; 2Sam 22,10; 1 Re
8,12.53; 2 Crón 6,1; Sal 17,10; 96,2; Sir 45,5), los simples, absolutos e
inmutables misterios de la teología, que resplandecientes desbordan su
abundante luz en medio de las más negras tinieblas y en ese lugar totalmente
intangible e invisible inundan de hermosísimos fulgores a las mentes
deslumbradas.
Ojalá me sea concedido esto, y tú, amigo Teófilo, con
un continuo ejercicio de la contemplación mística abandona las sensaciones y
las potencias intelectivas, todo lo sensible e inteligible y todo lo que es y
lo que no es, y, en la medida posible, dejando tu entender esfuérzate por
subir a unirte con aquel que está más allá de todo ser y conocer. En efecto,
si te enajenas puramente de ti mismo y de todas las cosas con enajenación
libre y absoluta, habiendo dejado todo y libre de todo serás elevado hasta el
rayo supra esencial de las divinas tinieblas.
2. Pero procura que no
escuche estas cosas ningún profano; me refiero a quienes se contentan con
los seres y no se imaginan
1 Subida y contemplación. Son las dos
palabras que el autor ha puesto en el pórtico de su Teología mística. Subida
de Moisés al Sinaí: realidad-símbolo del camino para la contemplación. Subir
es dejar atrás los sentidos (c.4) y el mismo entendimiento(c.5). De esta
subida había escrito San Gregorio de Nisa, al menos un siglo antes que el
Pseudo Areopagita, en la Vida de Moisés. Unos diez siglos después Bernardino
de Laredo diría Subida del Monte Sión, que San Juan de la Cruz la aplica a
su familia religiosa llamándola Subida del Monte Carmelo. Todos se refieren
a lo mismo: guiar el alma hasta la cumbre de la contemplación.
en qué
consiste la divina tiniebla La Teología mística que haya algo superior supra
esencialmente a los seres, sino que creen que con su razón natural pueden
conocer al que puso «la oscuridad por tienda suya» (Sal 17,12).
Y si
la iniciación en los misterios divinos les supera a éstos, ¿qué podríamos
decir de los que son aún más ignorantes, aquellos que describen a la Causa
suprema de todos los seres valiéndose de los seres más bajos que existen, y
afirman que Ella no es superior en nada a los impíos y multiformes ídolos
que ellos se inventan
Es necesario atribuir y decir de la Causa todo
lo que se afirme de los seres, por ser la causa de todos ellos, y todo eso
decirlo de Ella más propiamente, porque es supraesencialmentesuperior a
todas las cosas, y no debemos creer que las negaciones sean algo que
contradice a las negaciones, sino que la Causa, que está por encima de toda
negación o afirmación, existe mucho antes y trasciende toda privación 2.
3. Ciertamente por eso afirma el divino Bartolomé que la Escritura es
extensa y brevísima, y que el evangelio es amplio y extenso y a la vez
conciso; a mí me parece que él había entendido perfectamente que la
misericordiosa Causa de todo es elocuente y lacónica a la vez e incluso
callada, pues carece de palabra y de razón, debido a que Ella es
supra esencialmente superior a todo y se manifiesta sin velos y
verdaderamente únicamente a quienes prescinden de todas las cosas impuras y
también las puras y sobrepasan toda ascensión de todas las sagradas cumbres
y superan todas las luces divinas y los ecos y palabras celestiales y «se
abisman en las Tinieblas, donde mora verdaderamente —Como dicen las
Escrituras— el que está más allá de todo» (Éx 19,9; 20,21).
No en
vano, efectivamente, el divino Moisés recibe el mandato de purificarse él
primeramente, y además, que se apartase
2 Se concluye de estas líneas
que no se dice vía de negación en oposición a vía de afirmación. Ambas se
definen en relación a Dios. Y, refiriéndose a Él, es más propia la negativa,
pues más exacto es decir lo que Dios no es que lo que Dios es. Afirmación es
bajar del Monte: explicar la revelación. Negación es subir imantados, en
silencio, hasta el Dios que revela. de los que no lo estuvieran, y después de haberse
purificado del todo pudo escuchar las trompetas de varios sonidos y pudo ver
muchas luces que fulguraban puros y abundantes rayos; después se separó de
la multitud y acompañado de los sacerdotes elegidos se encaminó a la cumbre
del monte santo. Aunque ciertamente no se encontró con el mismo Dios en
persona y no le pudo ver, pues es invisible, sino con el lugar donde El
mora.
3 De San Bartolomé habla la Biblia (Mt
10,3; Me 3,18; Le 6,14; Hch 1,13). No con tanta verdad la devoción popular
le atribuyó a él, como a otros apóstoles, evangelios que llamamos
«apócrifos».
Y yo pienso que esto quiere indicar que las cosas más santas y
sublimes que vemos y pensamos son meros razonamientos hipotéticos para poder
explicar al que todo lo trasciende. Por ellos se hace manifiesta su
presencia, que supera toda imaginación, que camina por las alturas
inteligibles de sus santísimos lugares. Y solamente entonces se ve libre de
esas cosas vistas y también de las que ven y penetra en las tinieblas
realmente misteriosas del no-saber, y allí cierra los ojos a todas las
percepciones cognitivas y se abisma en lo totalmente incomprensible
invisible, abandonado por completo en el que está más allá de todo y es de
nadie, ni de sí mismo ni de otro, pero renunciando a todo conocimiento,
queda unido en la parte más noble de su ser con Aquel que es totalmente
incognoscible y por el hecho de no conocer nada, entiende por encima de toda
inteligencia 5.
En estas líneas se nota la presencia de
Gregorio de Nisa, en especial la segunda parte de la Vida de Moisés (PG
44,372C-380A), que contiene varios temas del Areopagita. El Pseudo Dionisio
los aplica a la liturgia en la Jerarquía Eclesiástica, porque para él las
ceremonias sagradas son medios o símbolos para la contemplación, caminos de
ascensión, como la subida de Moisés al Monte de la Contemplación o encuentro
con Dios. El obispo, como Moisés, se purifica antes (EH III, III. 1.10).
Al terminar la liturgia de la palabra (EH III, III.7) despide a los no
purificados, como Moisés se apartaba de las gentes para subir al Sinaí.
Asimismo el obispo no se detiene o entretiene en cosas externas de la
liturgia, como luces, sonido (DN IV, 11 y CHI, 3); lo trasciende todo, hasta
los símbolos, que son trampolín para lanzarse a la contemplación.
Identificación con Cristo, el gran Liturgo, es la acción litúrgica,
contemplación, como para Moisés lo era el llegar a la cumbre.
C a p ít u lo II
Cómo debemos unimos y
alabar al Autor de todas las cosas, que está por encima de todo.
Rogamos que
también nosotros podamos adentrarnos en esas tinieblas luminosas y
renunciando a toda visión y conocimiento podamos ver y conocer al que está
por encima de toda visión y conocimiento por el mismo hecho de no ver ni
entender —pues efectivamente esto es ver y conocer de verdad— y celebrar
sobrenaturalmente al Supra esencial habiendo renunciado a todos los seres,
como los artistas cuando hacen una estatua natural que quitan todos los
impedimentos que enmascaran la pura visión de lo que se halla escondido y por
el mero hecho de quitárselos hacen que aparezca esa belleza oculta.
Pienso, pues, que es necesario celebrar la negación en contraposición a los
principios, pues a ésos los hemos ordenado partiendo de los más remotos
principios y hemos descendido desde los del medio hasta los extremos. En
cambio allí, en la negación, hacemos privación de todo para ascender desde
lo más inferior hasta los primerísimos principios, para conocer sin velos al
Incognoscible que oculta todo lo cognoscible de todos los seres y que
podamos ver esa Tiniebla supra esencial que toda la luz de las cosas no deja
ver.
C a p ít u lo III
Qué se entiende por teología afirmativa
y teología negativa.
En los Elementos de Teología 1o dejé ya aclarado, sin duda, lo más importante de la Teología afirmativa: cómo a la Naturaleza divina y buena la llamamos Una y cómo Trina; en qué
1 Obra ficticia, según
parece, o perdida. En realidad, el autor se está refiriendo al capítulo
primero del tratado los Nombres de Dios (DN I, 1).C.3.
sentido le aplicamos la Paternidad y la
Filiación; qué significa la expresión divina del Espíritu; cómo han podido
brotar del Bien inmaterial e indivisible las cordiales luces de bondad y
cómo han permanecido inseparables, al difundirse desde su trono coeterno, en
El, en ellas mismas y entre sí; cómo Jesús, que es supra esencial, ha podido
sustanciarse con verdadera naturaleza humana. He celebrado también en Las
Definiciones Teológicas otras muchas cosas que nos han revelado las
Escrituras.
En el tratado Los nombres de Dios he explicado en qué
sentido llamamos a Dios Bien, Ser, Vida, Sabiduría, Poder y todos los otros
nombres conocidos de Dios. Y en la Teología simbólica los cuáles son las
analogías que puede haber entre las cosas sensibles y las divinas; cuáles
son las formas divinas; cuáles son las figuras divinas y sus partes y
órganos; cuáles son los lugares y ornamentos divinos; cuáles son sus
sentimientos; cuáles son sus dolores y enojos; cuál su entusiasmo y
embriaguez; cuáles sus juramentos y cuáles sus maldiciones; cuáles son sus
sueños y cuáles sus vigilias, y todas aquellas otras sagradas formas de que
nos servimos para representar simbólicamente a Dios.
Supongo que tú
has observado que los últimos libros son mucho más extensos que los
primeros.
Era conveniente, efectivamente, que Las Definiciones
Teológicas y la explicación de Los nombres de Dios fueran más breves que la
Teología simbólica, pues realmente cuanto más alto ascendemos, encontramos
menos palabras para poder explicar las visiones de las cosas espirituales.
Por ello también ahora, al adentrarnos en las tinieblas que exceden toda
inteligencia, no solamente seremos parcos en palabras, sino que nos
quedaremos totalmente sin palabras y sin pensar en nada. Allí, es verdad, en
aquellos escritos, el discurso procedía desde lo más alto hasta lo más bajo,
y cuanto más se descendía, en esa proporción aumentaba el caudal de ideas.
Ahora, en cambio, cuando uno intenta subir desde las cosas de abajo
2 Ootra obra ficticia. Cf. DN I,
a lo
Sumo, a medida que sube comienzan a faltarle las palabras y cuando ha
terminado ya la subida se quedará totalmente sin palabras y se unirá
completamente con el Inefable.
Pero quizás puedas preguntar ¿por qué
comenzamos poniendo primero las afirmaciones sobre Dios y en cambio en las
negaciones lo hacemos partiendo desde lo más bajo? Pues lo hemos hecho
porque, cuando se trata de afirmar algo sobre Aquel a quien no alcanza
ninguna afirmación, debe hacerse la supuesta afirmación partiendo de lo más
próximo a El; en cambio al hablar de negación en Aquel que trasciende toda
negación, debe hacerse negando a partir de las cosas más distantes de El.
¿No es verdad que Dios es más Vida y Bien que aire o piedra(1 Sam
19,11; Sal 117,22), y también que dista más de la embriaguez y enojo que de
cuanto no puede ser nombrado y entendido? 3.
3 Con estos ejemplos, el autor
esclarece las nociones de vía afirmativa y vía negativa en teología.
Las afirmaciones se hacen con atributos divinos, menos propios de Dios a
medida que se alejan de la simplicidad y unidad de la Deidad y se van
haciendo multiplicidad. Es el método de los Nombres de Dios, que se puede
decir de la teología escolástica, o científica, como gustan de decir ahora.
Inferior en cierto punto es el símbolo, que parte de una realidad
concreta para discurrir sobre lo divino, si bien puede ser más sublime
cuando el corazón, apoyado en la fe, sin necesidad de reflexión culta, se
lanza directamente a Dios. Es el valor de la devoción popular, llena de fe,
que se expresa por la liturgia o Jerarquía eclesiástica. Por eso la
Teología simbólica está más al alcance de los principiantes, de la gran masa
o pueblo fiel, los que tienen que «ver y tocar» de algún modo, como el
apóstol Tomás.
Pero, repetimos, el símbolo puede ser también, por su
sencillez, el medio más propio para llevar a la cumbre de contemplación a
personas llenas de fe y sencillez de corazón.
La Teología conceptual
oracional, como los Nombres de Dios, representa el camino de reflexión,
comúnmente dicho de los teólogos, analiza las verdades reveladas, como quien
se para a mirar los rayos del sol para vivir en la luz. Pero no son el sol,
por luminosos que sean. Es la vía afirmativa.
En ella hay grados
según sea la distancia en relación con Dios: purgativa, iluminativa,
proficiente o de perfectos. La vía negativa no admite grados, porque en nada
se distancia, pues sólo y exclusivamente se adhiere a Dios, se unifica con
el Uno.
A toda creatura dice igualmente nada hasta coronar la cima de
la creación, y al transponerse sólo desde allí dirá todo. Sin embargo,
señala el Areopagita, podemos decir que con referencia a las nadas las hay
más o menos distantes del todo, y en tal sentido es distinto decir que Dios
no es «embriaguez ni enojo» a decir que Dios no es «palabra o pensamiento»
nuestros.
Pero fundamentalmente coinciden en el no con respecto a
Dios. Por lo cual, éste es el camino más directo y sencillo y seguro para
llegara Dios o a la cima, camino de proficientes o perfectos, la Teología
mística.C.4.
Capítulo IV
Que no es nada sensible la Causa
trascendente a la realidad sensible.
Decimos, pues, que la Causa de todo y que está por encima de todo no carece de esencia ni de vida, ni de razón ni de inteligencia, que no es cuerpo ni figura, ni tiene forma alguna, ni cualidad, ni cantidad, ni volumen.
No está en ningún lugar, no se la puede ver ni
tocar. No siente ni puede ser percibida por los sentidos. No sufre
desorden ni perturbación debido a las pasiones terrenales, ni le falta
fuerza
para poder superar accidentes sensibles. Ni está necesitada de luz. No es ni
tiene cambio, corrupción, división, privación, ni flujo, ni ninguna otra
cosa de las cosas sensibles.
Capítulo V
Que no es nada
conceptual la Causa suprema de todo lo conceptual.
Y ascendiendo más,
añadimos que no es alma ni inteligencia, no tiene imaginación ni opinión ni
razón ni entendimiento.
No es palabra ni pensamiento, no se puede
nombrar ni entender. No es número ni orden, ni magnitud ni pequeñez, ni
igualdad ni desigualdad, ni semejanza ni desemejanza, ni permanece inmóvil
ni se mueve, ni está en calma. No tiene poder ni es poder ni luz. No vive ni
tiene vida. No es sustancia, ni eternidad ni tiempo.
No hay conocimiento
intelectual de Ella ni ciencia, ni es verdad ni reino ni sabiduría
1 al concluir este capítulo habría que comenzar la lectura de San
Juan de la Cruz por el pórtico de la Subida. Vería cualquier lector que el
santo castellano no dice nada raro, pues no hace más que injertarse y
florecer en la más pura tradición contemplativo-cristiana de fe y filosofía.
Comprendemos asimismo la gran lección del Islam (que quiere decir el
Inefable): sumisión suprarracional al Único. Pueblos de largas horas de
oración silenciosa. Admirables sufíes... ¿Y qué decir de los monjes
budistas? Caminos que, a juicio del Único Juez de conciencias, posiblemente
estén muy dentro del Camino Verdadero para la Vida: Jesucristo.
ni uno ni unidad, ni divinidad ni bondad, ni espíritu,
como lo entendemos nosotros, ni filiación ni paternidad ni ninguna otra cosa
de las conocidas por nosotros o por cualquier otro ser.
No es ninguna
de las cosas que no son ni tampoco de las que son, ni los seres la conocen
tal como es, ni Ella conoce a los seres como son. No hay palabras para Ella,
ni nombre, ni conocimiento. No es tinieblas ni luz, ni error ni verdad.
Nada en absoluto se puede negar o afirmar de Ella, pero cuando afirmamos
o negamos algo de las cosas inferiores a Ella no le añadimos ni quitamos
nada, pues la Causa perfecta y única de todas las cosas está por encima de
toda afirmación y también la trascendencia de quien está sencillamente libre
de todo está por encima de toda negación y más allá de todo.