Liturgia Católica
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Primera parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO XV
Meditación 7ª : DEL INFIERNO
PREPARACIÓN.
1. Ponte en la presencia de Dios.
2. Humíllate y pídele su auxilio.
3. Imagínate que estás en una
ciudad envuelta en tinieblas, abrasada de azufre y pez pestilente, llena
de ciudadanos que no pueden salir de ella.
CONSIDERACIONES.
1. Los condenados están dentro del abismo infernal, como en
una ciudad infortunada, en la cual padecen tormentos indecibles, en
todos sus sentidos y en todos sus miembros, pues, por haberlos empleado
en pecar, han de padecer en ellos las penas debidas al pecado: los ojos,
en castigo de sus ilícitas y perniciosas miradas, tendrán que soportar
la horrible visión de los demonios y del infierno; los oídos, por
haberse complacido en malas conversaciones, no oirán sino llantos,
lamentos de desesperación y así todos los demás sentidos.
2. Además de todos estos tormentos, todavía hay otro mayor, que es la
privación y la pérdida de la gloria de Dios, que jamás podrán
contemplar. Si a Absalón, la privación de la amable faz de su padre le
pareció más intolerable que el mismo destierro, ¡oh Dios mío, qué pesar,
el verse privado para siempre de la visión de tu dulce y suave rostro!
3. Considera, sobre todo, la eternidad de las llamas, que, por
sí sola, hace intolerable el infierno. ¡ Ah!, si un mosquito en la oreja,
si el calor de una ligera fiebre es causa de que nos parezca larga y
pesada una noche corta, ¡cuán espantosa será la noche de la eternidad,
en medio de tantos tormentos! De esta eternidad nace la desesperación
eterna, las blasfemias y la rabia infinita.
AFECTOS Y RESOLUCIONES.
1. Espanta a tu alma con estas
palabras de Job: «Ah, alma mía, ¿podrías vivir eternamente en estos
ardores eternos y en este fuego devorador?» ¿Quieres dejar a Dios para
siempre?
2. Confiesa que los has merecido y ¡cuántas veces!
Pero, de ahora en adelante, quiero andar por la senda contraria; ¿por
qué he de descender a este abismo?
3. Haré, pues, estos y
aquellos esfuerzos para evitar el pecado, que es la única cosa que puede
darme la muerte eterna.
Da gracias, ofrece, ruega.
12-12-2012
Dios te salve Santa María de Guadalupe, llena, eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra
muerte. Amén