Liturgia Católica
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Primera parte de la Introducción a la vida devota
CAPÍTULO III
QUE LA DEVOCIÓN ES
CONVENIENTE A TODA CLASE DE VOCACIONES Y PROFESIONES
En la creación, manda Dios a las plantas que lleven sus frutos, cada una
según su especie; de la misma manera que a los cristianos, plantas vivas
de la Iglesia, les manda que produzcan frutos de devoción, cada uno
según su condición y estado. De diferente manera han de practicar la
devoción el noble y el artesano, el criado y el príncipe, la viuda, la
soltera y la casada; y no solamente esto, sino que es menester acomodar
la práctica de la devoción a las fuerzas, a los quehaceres y a las
obligaciones de cada persona en particular. Dime, Filotea, ¿sería cosa
puesta en razón que el obispo quisiera vivir en la soledad, como los
cartujos? Y si los casados nada quisieran allegar, como los capuchinos,
y el artesano estuviese todo el día en la iglesia, como los religiosos,
y el religioso tratase continuamente con toda clase de personas por el
bien del prójimo, como lo hace el obispo, ¿no sería esta devoción
ridícula, desordenada e insufrible? Sin embargo, este desorden es
demasiado frecuente, y el mundo que no discierne o no quiere discernir,
entre la devoción y la indiscreción de los que se imaginan ser devotos,
murmura y censura la devoción, la cual es enteramente inocente de estos
desórdenes.
No, Filotea, la devoción nada echa a perder, cuando
es verdadera; al contario, todo lo perfecciona, y, cuando es contraria a
la vocación de alguno, es, sin la menor duda, falsa. La abeja, dice
Aristóteles, saca su miel de las flores sin dañarlas y las deja frescas
y enteras, según las encontró; más la verdadera devoción todavía hace
más, porque no solo no causa perjuicio a vocación ni negocio alguno,
sino, antes bien, los adorna y embellece. Las piedras preciosas,
introducidas en la miel, se vuelven más relucientes, cada una según su
propio color; así también cada uno de nosotros se hace más agradable a
Dios en su vocación, cuando la acomoda a la devoción: el gobierno de la
familia se hace más amoroso; el amor del marido y de la mujer, más
sincero; el servicio del príncipe, más fiel; y todas las ocupaciones,
más suaves y amables.
Es un error, y aun una herejía, querer desterrar la vida devota de las compañías de los soldados, del taller de
los obreros, de la corte de los príncipes y del hogar de los casados. Es
cierto, Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y
propia de los religiosos, no puede ser ejercitada en aquellas
vocaciones; pero también lo es que, además de estas tres clases de
devoción, existen muchas otras, muy a propósito para perfeccionar a los
que viven en el siglo. Abrahán, Isaac, Jacob, David, Job, Tobías, Sara,
Rebeca y Judit nos dan en ello testimonio en el Antiguo Testamento, y,
en cuanto al Nuevo, San José, Lidia y San Crispín fueron perfectamente
devotos en sus talleres; las santas Ana, Marta, Mónica, Aquila,
Priscila, en sus casas; Cornelio, San Sebastián, San Mauricio, entre las
armas, y Constantino, Santa Helena, San Luis, el bienaventurado Amadeo y
San Eduardo, en sus reinos. Más aún: ha llegado a acontecer que muchos
han perdido la perfección en la soledad, con todo y ser tan apta para
alcanzarla, y otros la han conservado en medio de la multitud, que
parece ser tan poco favorable. Lot, dice San Gregorio, que fue tan casto
en la ciudad, se mancilló en la soledad. Dondequiera que nos
encontremos, podemos y debemos aspirar a la perfección.
12-12-2012
Dios te salve Santa María de Guadalupe, llena, eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra
muerte.
Amén