Liturgia Católica
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Primera parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO
VIII
DE COMO SE HA DE HACER ESTA SEGUNDA PURIFICACIÓN
El primer motivo para llegar a esta segunda
purificación es el vivo y fuerte conocimiento del gran mal que nos
acarrea el pecado, conocimiento que excita en nosotros una profunda y
vehemente contrición; pues, así como la contrición, con tal que sea
verdadera, por pequeña que sea, sobre todo si se junta a la virtud de
los sacramentos, nos purifica suficientemente del pecado, asimismo,
cuando es grande y vehemente, nos purifica de todos los afectos que del
pecado se derivan. Un odio o un rencor flojo y débil nos hace antipática
la persona odiada y nos induce a evitar su compañía; más, cuando el odio
es mortal y violento, no solo huimos de la persona aborrecida, sino que
nos disgusta, y no podemos sufrir el trato de sus compañeros, amigos y
parientes y su imagen y todo cuanto a ella se refiere. Así, cuando el
penitente odia el pecado, movido de una ligera, aunque verdadera
contrición, resuelve sinceramente no volver más a pecar; pero cuando el
aborrecimiento es fruto de una contrición vigorosa y potente, no solo
detesta el pecado, sino todos los afectos, relaciones y caminos que a él
conducen. Conviene, pues, Filotea, que acrecentemos nuestra contrición y
nuestro arrepentimiento, a fin de que llegue a extenderse hasta las más
insignificantes manifestaciones del pecado. Magdalena, en su conversión,
de tal manera perdió el gusto por el pecado y por los placeres que en él
había hallado, que jamás Pensó en ellos; y David no solo aborreció el
pecado, sino también todos sus caminos y senderos: en esto consiste la
renovación del alma, que el mismo profeta compara con la renovación del
águila.
Ahora bien,
para llegar a este conocimiento y contrición, es necesario que te
ejercites en las siguientes meditaciones, las cuales, bien practicadas,
desarraigarán de tu corazón, mediante la gracia de Dios, el pecado y las
principales aficiones al mismo; precisamente con este fin las he
compuesto. Las harás por el orden indicado, y solamente una cada día,
por la mañana, a ser posible, porque es el tiempo más a propósito para
todas las actividades del espíritu, e irás rumiándola durante todo el
día. Y, si todavía no estás acostumbrada a meditar, atiende a lo que
diremos en la segunda parte.
12-12-2012
Dios te salve Santa María de Guadalupe, llena, eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra
muerte. Amén