Liturgia Católica
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INTRODUCCIÓN A LA VIDA DEVOTA
SAN FRANCISCO DE SALES
Primera parte
Segunda parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO
XIV
DE LA SANTA MISA Y CÓMO SE HA DE OÍR
1. Todavía no te he hablado del sol de las prácticas espirituales, que
es el santísimo, sagrado y muy excelso sacrificio y sacramento de la
Misa, centro de la religión cristiana, corazón de la devoción, alma de
la piedad, misterio inefable, que comprende el abismo de la caridad
divina, y por el cual Dios, uniéndose realmente a nosotros, nos comunica
magníficamente sus gracias y favores.
2. La oración, hecha en
unión de este divino sacrificio, tiene una fuerza indecible, de suerte,
Filotea, que, por él, el alma abunda en celestiales favores, porque se
apoya en su Amado, el cual la llena tanto de perfumes y suavidades
espirituales, que la hace semejante a una columna de humo de leña
aromática, de mirra, de incienso y de todas las esencias olorosas, como
se dice en el Cantar de los Cantares.
3. Haz, pues, todos los
esfuerzos posibles, para asistir todos los días a la santa Misa, con el
fin de ofrecer… con el sacerdote, el sacrificio de tu Redentor a Dios,
su Padre, por ti y por toda la Iglesia. Los ángeles, como dice San Juan
Crisóstomo, siempre están allí presentes, en gran número, para honrar
este santo misterio; y nosotros, juntándonos a ellos y con la misma
intención, forzosamente hemos de recibir muchas influencias favorables
de esta compañía. Los coros de la Iglesia militante, se unen y se juntan
con Nuestro Señor, en este divino acto, para cautivar en Él, con Él y
por Él, el corazón de Dios Padre, y para hacer enteramente nuestra su
misericordia. ¡ Qué dicha para el alma aportar devotamente sus afectos
para un bien tan precioso y deseable!
4. Si forzosamente
obligada, no puedes asistir a la celebración de este augusto sacrificio,
con una presencia real, es menester que, a lo menos, lleves allí tu
corazón, para asistir de una manera espiritual. A cualquiera
hora de la mañana ve a la iglesia en espíritu, si no puedes ir
de otra manera; une tu intención a la de todos los cristianos, y, en el
lugar donde te encuentres, haz los mismos actos interiores que harías,
si estuvieses realmente presente a la celebración de la santa Misa en
alguna iglesia.
5. Ahora bien, para oír, real o mentalmente, la santa Misa, cuál
conviene:
1.º Desde que llegas, hasta que el sacerdote ha subido al
altar, haz la preparación juntamente con él, la cual consiste en ponerte
en la presencia de Dios, en reconocer tu indignidad y en pedir perdón
por tus pecados,
2º Desde que el sacerdote sube al altar hasta el
Evangelio, considera la venida y la vida de Nuestro Señor en este mundo,
con una sencilla y general consideración.
3º Desde el Evangelio
hasta después del Credo, considera la predicación de nuestro Salvador,
promete querer vivir y morir en la fe y en la obediencia de su santa
palabra y en la unión de la santa Iglesia católica.
4º Desde el
Credo hasta el Páter Noster, aplica tu corazón a los misterios de la
muerte y pasión de nuestro Redentor, que están actual y esencialmente
representados en este sacrificio, el cual, juntamente con el sacerdote y
el pueblo, ofrecerás a Dios Padre, por su honor y por tu salvación.
5º Desde el Pater Noster hasta la comunión, esfuérzate en hacer brotar
de tu corazón mil deseos, anhelando ardientemente por estar para siempre
abrazada y unida a nuestro Salvador con un amor eterno.
6º Desde la
comunión hasta el fin, da gracias a su divina Majestad por su pasión y
por el amor que te manifiesta en este santo sacrificio, conjurándole por este, que siempre te sea propicio, lo mismo a ti que a tus padres, a tus
amigos y a toda la Iglesia, y, humillándote con todo tu corazón recibe
devotamente la bendición divina que Nuestro Señor te da por conducto del
celebrante.
Pero, sí, durante la Misa, quieres meditar los misterios que hayas
escogido para considerar cada día, no será necesario que te distraigas
en hacer actos particulares, sino que bastará que, al comienzo, dirijas
tu intención a querer adorar a Dios y ofrecerle este sacrificio por el
ejercicio de tu meditación u oración, pues en toda meditación se
encuentran estos mismos actos o expresa, o tácita o virtualmente.
Dios te salve Santa María, Reina de los santos; Ruega por
nosotros.
Cristiano Católico 15-12-2012