Liturgia Católica
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INTRODUCCIÓN A LA VIDA DEVOTA
SAN FRANCISCO DE SALES
Primera parte
Segunda parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO
XVII
COMO SE HA DE ESCUCHAR Y LEER LA
PALABRA DE DIOS
Seas devota de la palabra de Dios.
Tanto si la escuchas en las conversaciones familiares con tus amigos
espirituales, como si la escuchas en el sermón, hazlo siempre con
atención y reverencia; saca de ella provecho, y no permitas que caiga en
tierra, si no recíbela en tu corazón, como un bálsamo precioso, a
imitación de la Santísima Virgen, que guardaba cuidadosamente en el suyo
todas las palabras que se decían en alabanza de su Hijo. Y recuerda que
Nuestro Señor recoge las palabras que nosotros le dirigimos en nuestras
plegarias, a proporción de como nosotros recogemos las que Él nos dice
por medio de la predicación.
Ten siempre cerca de ti, algún
libro de devoción, como lo son los de San Buenaventura, Gerson,
Dionisio, Cartusiano, Luis de Blo, es, Granada, Estella, Arias, Pinelli,
La Puente, Ávila, el Combate espiritual, las Confesiones de San Agustín,
las cartas de San Jerónimo, y otros semejantes; y cada día lee un
fragmento, con gran devoción, como si leyeses cartas enviadas a ti por
los santos, desde el cielo, para enseñarte el camino y alentarte a
llegar a él.
Lee también las historias y las vidas de los
santos, en las cuales, como en un espejo, contemplarás la imagen de la
vida cristiana, y ajusta sus actos a tu aprovechamiento, según tu
profesión. Porque, aunque muchos actos de los santos no son
absolutamente imitables por los que viven en medio del mundo, todos,
empero, pueden ser seguidos de cerca o de lejos. La soledad de San
Pablo, primer ermitaño, puede ser imitada en tus retiros espirituales o
reales, de los cuales hablaremos y hemos tratado más arriba; la
extremada pobreza de San Francisco puede ser imitada mediante las
prácticas de pobreza que indicaremos después, y así de las demás
virtudes. Es verdad que hay ciertas historias que dan más luz que otras,
para la dirección de nuestra conducta, como la vida de Santa Teresa de
Jesús, la cual es admirable en este aspecto; las vidas de los primeros
jesuitas, la de San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán; la de San Luis,
la de San Bernardo, las Crónicas de San Francisco, y otras semejantes.
Otras hay, en las cuales se encuentra más materia de admiración que de
imitación, como la de Santa María Egipciaca, la de San Simeón Estilita,
las de las dos santas Catalinas, de Sena y de Génova, de Santa Águeda, y
otras por el estilo, que no dejan, no obstante, de producir, en general,
un grato gusto de santo amor de Dios.
Dios te salve Santa María, reina de las vírgenes; Ruega por
nosotros.
Cristiano Católico 15-12-2012