Liturgia Católica
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INTRODUCCIÓN A LA VIDA DEVOTA
SAN FRANCISCO DE SALES
Primera parte
Segunda parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO
XVIII
COMO SE HAN DE RECIBIR LAS
INSPIRACIONES
Entendemos por inspiraciones todos los atractivos, movimientos, reconvenciones y remordimientos
interiores, luces y conocimientos que recibimos de Dios, el
cual previene nuestro corazón con sus bendiciones, con cuidado y amor
paternal, para despertarnos, excitarnos, empujarnos y atraernos a las
santas virtudes, al amor celestial, a los buenos propósitos, en una
palabra, a todo lo que nos encamina hacia nuestro bien eterno. Es lo que
el Esposo entiende por llamar a la puerta y hablar al corazón de la
Esposa, despertarla cuando duerme, llamarla y reclamarla cuando está
ausente, invitarla a gustar la miel y a coger las manzanas y las flores
de su jardín y a cantar y hacer resonar su dulce voz en sus oídos.
Para ajustar perfectamente un casamiento, se requieren tres actos de
parte de la doncella que quiere casarse: porque, primeramente, se le
propone el partido; en segundo lugar, acepta la propuesta, y finalmente,
consiente. Asimismo, Dios, cuando quiere hacer en nosotros, por nosotros
y con nosotros un acto de gran caridad, primero nos lo propone por medio
de sus inspiraciones; después nosotros lo aceptamos, y, por último,
consentimos en él; porque, así como para descender hasta el pecado, hay
que pasar por tres grados; la tentación, la delectación y el
consentimiento, de la misma manera, hay tres para subir hasta la virtud:
la inspiración, que es contraria a la tentación; la delectación en la
inspiración, que es contraria al deleite en la tentación, y el
consentimiento en la inspiración, que es contrario al consentimiento en
la tentación.
Aunque la inspiración se prolongase durante
todo el tiempo de nuestra vida, no seríamos, sin embargo, agradables a
Dios, si no nos deleitásemos en ella; al contrario: su divina Majestad
se ofendería, como se ofendió contra los israelitas, con los cuales,
como Él mismo nos lo dice, estuvo por espacio de cuarenta años
exhortándoles a que se convirtiesen, sin que jamás hubiesen querido
saber nada de ello, por lo que juró, en su ira, que no entrarían en el
lugar de su reposo. Así, el galán, que hubiese estado, durante mucho
tiempo, haciendo la corte a una doncella, quedaría después muy ofendido,
si ella no quisiera saber nada del casamiento.
El placer que
encontramos en las inspiraciones nos acerca mucho a la gloria de Dios,
con lo que ya comenzamos a ser agradables a la divina Majestad, pues,
aunque esta complacencia no sea un verdadero consentimiento, es una
cierta disposición. Y, si es muy buena señal y cosa muy útil complacerse
en oír la palabra de Dios, que es como una inspiración interior, es
también cosa buena y agradable a Dios complacerse en la inspiración
interior; esta es aquella complacencia de la cual habla la Esposa,
cuando dice: «Mi alma se ha derretido de gozo, cuando ha hallado a mi
muy amado». Así, el galán está muy contento de la damisela a quien
sirve, cuando ve que es correspondido y que ella se complace en su
servicio.
Finalmente, es el consentimiento el que perfecciona
el acto virtuoso, porque, si estando inspirados y habiéndonos complacido
en la inspiración, no obstante negamos a Dios el consentimiento, somos
en gran manera desagradecidos y hacemos gran agravio a su divina
Majestad, pues entonces parece que es mayor el desprecio. Esto es lo que
ocurrió a la Esposa, pues, aunque la voz del amado estremeció su corazón
de santa alegría, no obstante, no le abrió la puerta, sino que se excusó
con un frívolo pretexto, lo cual dio lugar a que el Esposo se indignase
justamente y, pasando de largo, la dejase. Así, el galán, que, después de
haber suspirado mucho por una joven y de haberle prestado agradables
servicios, se viese al fin rechazado y despreciado, tendría muchos más
motivos de disgusto que si su requerimiento no hubiese sido aceptado y
correspondido. Resuélvete, pues, Filotea, a aceptar con todo el afecto
todas las inspiraciones que a Dios pluguiere enviarte, y, cuando las
sientas, recíbelas como mensajeras del Rey celestial, que desea
desposarse contigo. Escucha de buen grado sus propuestas; considera el
amor con que te las ha inspirado y fomenta la santa inspiración.
Consiente, pero con un consentimiento pleno, amoroso y constante, a la
santa inspiración, porque, de esta manera, Dios, a quien no puedes
obligar, se tendrá por muy obligado a tu afecto. Pero antes de consentir
en las inspiraciones de cosas importantes y extraordinarias, aconséjate,
para no ser engañada, con tu confesor, a fin de que la examine si la
inspiración es falsa o verdadera; pues ocurre que el enemigo, cuando ve
un alma pronta en dar consentimiento a las inspiraciones, le sugiere,
con frecuencia, cosas falsas, para engañarla, lo cual nunca podrá lograr
mientras ella obedezca con humildad al director.
Una vez dado
el consentimiento, es menester procurar, con mucha diligencia, llevar a
la práctica y ejecutar la inspiración, en lo cual consiste la perfección
de la verdadera virtud; porque tener el consentimiento en el corazón sin
realizarlo, sería lo mismo que plantar una viña sin querer que diese
fruto.
Ahora bien, para ello es muy útil el «ejercicio del
cristiano» de la mañana y el retiro espiritual, de que hemos hablado más
arriba, pues, de esta manera, nos preparamos para hacer el bien, con una
preparación, no solo general, sino, además, particular.
Dios te salve Santa María, reina de las vírgenes; Ruega por
nosotros.
Cristiano Católico 15-12-2012