Liturgia Católica
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Tercera parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO XII
DE LA NECESIDAD DE LA CASTIDAD
La
castidad es el lirio de las virtudes; ella hace a los hombres iguales a
los ángeles; nada es bello, sino por la pureza, y la pureza de los
hombres es la castidad. La castidad se llama honestidad, y su profesión,
honra; también se llama integridad, y su contrario, corrupción;
resumiendo, ella tiene la gloria particular de ser la bella y blanca
virtud del alma y del cuerpo.
Nunca es lícito permitirse
cualquier placer impúdico de nuestro cuerpo, sea cual fuere.
El corazón casto es como la madreperla, que no puede recibir ninguna
gota de agua que no baje del cielo.
Por el primer grado de
esta virtud, guárdate, Filotea, de admitir ninguna clase de delectación,
que esté prohibida y vedada. Por el segundo grado, huye, cuanto te sea
posible, de las delectaciones inútiles y superfluas, aunque sean lícitas
y estén permitidas. Por el tercero, no pongas afecto en los placeres y
deleites.
Las vírgenes necesitan una castidad en extremo
simple y delicada, para alejar de su corazón toda suerte de pensamientos
curiosos y para despreciar, con desdén absoluto, toda clase de placeres
inmundos, los cuales, ciertamente, no merecen ser deseados por los
hombres, puesto que los jumentos y los cerdos son más capaces de ellos.
Guárdense, pues, mucho, las almas puras, de poner jamás en duda que la
castidad es incomparablemente mejor que todo cuanto le es incompatible,
porque, como dice San Jerónimo, el enemigo, empuja con violencia a las
vírgenes al deseo de probar las delectaciones, representándoselas como
infinitamente más agradables y sabrosas de lo que son, cosa que, con
frecuencia, las perturba en gran manera, porque, como añade este Santo
Padre, creen que es más delicioso lo que desconocen. Porque, así como la
mariposa al ver la llama, anda revoloteando curiosamente en torno de
ella, para ver si es tan deliciosa como hermosa, y empujada por esta
ilusión, no cesa, hasta que perece en la primera prueba, de´ mismo modo,
los jóvenes, de tal manera se dejan cautivar por la falsa y necia
afición al placer de las llamas voluptuosas, que, después de muchos
pensamientos curiosos, acaban por perderse y arruinarse en ellas, y, en
esto, son más necios que las mariposas, puesto que estas tienen algún
motivo para creer que el fuego es delicioso, porque es tan bello,
mientras que ellos, sabiendo que lo que buscan es extremadamente
deshonesto, no por ello dejan de tener en más estima la loca y brutal
delectación.
Ves, pues, que la castidad es necesaria.
«Procurad la paz con todos, dice el Apóstol, y la santidad, sin la cual
nadie verá a Dios». Ahora bien, por la santidad, entiende la castidad,
como dice San Jerónimo y hace notar San Crisóstomo. No, Filotea, «nadie
verá a Dios sin la castidad, nadie habitará en su santo tabernáculo, sí,
no es limpio de corazón»; y, como dice el mismo Salvador, «los perros y
los impúdicos serán ahuyentados», y « bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios».
Ave María Purísima
Cristiano Católico 18-12-2012 Año de la Fe
Vida Devota
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de
la Santísima Virgen María