Liturgia Católica
home
Tercera parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO XX
DE LA DIFERENCIA ENTRE LA AMISTAD VERDADERA Y LAS AMISTADES
FALSAS
He aquí, pues, la gran advertencia, Filotea.
La miel de Heraclea, que es tan venenosa, es parecida a la otra ´ que es
tan saludable: es un gran peligro tomar la una por la otra, o tomarlas
mezcladas, porque la bondad de la una no impide el daño de la otra. Es
menester andar muy alerta para no ser engañado por estas amistades,
tanto más cuando se entablan entre personas de diferente sexo, sea cual
fuere el pretexto, pues Satanás engaña, con frecuencia, a los que aman.
Se comienza por el amor virtuoso, pero, si no se es muy discreto, pronto
se mezclará el amor frívolo, después el amor sensual, posteriormente el amor
carnal.
Si no se anda con mucho cuidado, también hay peligro en el amor
espiritual, aunque en este, es más difícil ser engañado, porque su
pureza y blancura ponen más de manifiesto las fealdades que Satanás
quiere mezclar; por esta causa, cuando lo intenta, lo hace con más
disimulo, y procura introducir las impurezas casi insensiblemente.
La amistad mundana se distingue de la santa y virtuosa, como la miel de
Heraclea se distingue de la otra; la miel de Heraclea es más dulce al
paladar que la miel ordinaria, a causa del acónito, que le da un exceso
de dulzura, y la amistad mundana suele producir una serie de palabras
almibaradas, una sarta de frases apasionadas y de alabanzas inspiradas
en la belleza, en la gracia y en las dotes sensuales; en cambio, la
amistad sagrada usa de un lenguaje sencillo y franco, solo alaba la
virtud y la gracia de Dios, único fundamento sobre el cual estriba.
La
miel de Heraclea, una vez engullida, produce vértigos, y la falsa
amistad provoca trastornos en el espíritu, que hacen titubear a la
persona en la castidad y devoción, induciéndola a miradas afectadas,
halagadoras e inmoderadas, a caricias sensuales, a suspiros
desordenados, a ligeras quejas de no sentirse amada, a suaves, pero
rebuscadas y cautivadoras exterioridades, a la galantería, a los besos y
a otras familiaridades e intimidades indecorosas, presagios ciertos e
indudables de una próxima ruina de la honestidad; al contrario, la
amistad santa tiene los ojos simples y castos, sus caricias son puras y
francas, solo suspira por el cielo, sus intimidades son para el
espíritu, únicamente se queja cuando Dios no es amado, señales
infalibles de la honestidad. La miel de Heraclea perturba la vista, y
esta amistad mundana perturba el juicio, hasta el extremo de que los que
están tocados de ella creen que obran bien, cuando obran mal, y tienen
por razones sólidas sus excusas, sus pretextos y sus palabras; temen la
luz y aman las tinieblas; pero la amistad santa tiene los ojos claros y
no se esconde, sino que gusta de aparecer ante las personas de bien.
Finalmente, la miel de Heraclea llena la boca de amargura; de la misma
manera, las falsas amistades se convierten y acaban en palabras y en
demandas carnales y malolientes, y, si no son aceptadas, en injurias,
calumnias, imposturas, tristezas, confusiones y celos, que degeneran,
muchas veces, en embrutecimiento y locura; pero la amistad casta siempre
es honesta, cortés y amable por igual, y nunca se muda, si no es en una
más perfecta y pura unión de espíritu, imagen de la amistad
bienaventurada que se vive en los cielos.
Dice San Gregorio
Nacianceno que el pavo real, cuando chilla y abre la rueda con las
plumas extendidas, excita mucho la lubricidad de las parejas que le
oyen. Cuando un hombre comienza a pavonearse, a engalanarse, a halagar,
a silbar y a murmurar a los oídos de una mujer, sin miras al santo
matrimonio, ¡oh! Indudablemente, no pretende otra cosa más que provocarla
a alguna acción impúdica; y la mujer, si es honrada, tapará sus orejas,
para no oír el grito de este pavo real ni la voz del fascinador que
quiere encantarla; porque, si le escucha, ¡oh Dios mío, qué mal augurio
de la futura pérdida del corazón!
El joven que hace ademanes,
gestos y caricias, o bien dice palabras en las cuales no quisiera ser
sorprendido por su padre, madre, esposa o confesor, da, con ello,
pruebas de que se trata de otra cosa que del honor y de la conciencia.
La Santísima Virgen se turbó al ver un ángel en forma humana, porque
estaba sola y le tributaba muy grandes elogios, aunque celestiales. ¡Oh
Salvador del mundo!, la pureza teme a un ángel en figura humana, y ¿por
qué, pues, la impureza no temerá a un hombre, aunque sea en figura de
ángel, cuando le dirige alabanzas sensuales y humanas?
Ave María Purísima
Cristiano Católico 18-12-2012 Año de la Fe
Vida Devota
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de
la Santísima Virgen María