Liturgia Católica
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Quinta parte de la Introducción 
		a la vida devota
		
CAPÍTULO X
PRIMERA CONSIDERACIÓN: DE LA EXCELENCIA DE NUESTRAS 
		ALMAS
Considera la nobleza y la excelencia de tu 
		alma, que posee un entendimiento capaz de conocer no solo el mundo 
		visible, sino también la existencia de los ángeles y del paraíso; que 
		hay un Dios soberano absoluto, lleno de bondad e inefable; que hay una 
		eternidad; y, además, capaz de conocer lo que es menester para vivir en 
		este mundo visible, para juntarse con los ángeles en el paraíso, y gozar 
		de Dios eternamente.
Tu alma tiene, además, una voluntad 
		noble, la cual puede amar a Dios y no puede odiarle en sí mismo. Mira 
		cuán generoso es tu corazón, y que, así como nada puede lograr que las 
		abejas se posen en cosa alguna corrompida, sino tan solo en las flores, 
		así también tu corazón solo puede reposar en Dios, y ninguna criatura 
		puede satisfacerle. Recuerda francamente las mayores y más agradables 
		diversiones que, en otros tiempos, llenaron tu corazón, y juzga, con 
		sinceridad, si no estaban llenas de inquietud, de acerbos pensamientos y 
		de cuidados importunos, entre los cuales tu pobre corazón se sentía 
		desgraciado.
¡Ah!, nuestro corazón, cuando corre en pos de 
		las criaturas, anda ansioso, pensando que podrá en ellas saciar sus 
		deseos; pero, en cuanto les ha dado alcance, ve que todo queda por hacer 
		y que nada puede contentarle, pues Dios no quiere que nuestro corazón 
		encuentre lugar alguno donde poder descansar, para que, como la paloma 
		soltada del arca de Noé, vuelva a su Dios, del cual salió. ¡Ah! ¡Qué 
		cualidad tan hermosa la de nuestro corazón! ¿Por qué, pues, lo ocupamos, 
		contra su voluntad, en el servicio de las criaturas?
¡Oh, hermosa alma mía!, has de decir, tú puedes conocer y amar a 
		Dios, ¿por qué te entretienes en cosas de menor precio? Puedes aspirar a 
		la eternidad, ¿por qué te detienes en los instantes? Este fue uno de los 
		lamentos del hijo pródigo, el cual, habiendo podido vivir deliciosamente 
		en la mesa de su padre, comía vilmente con las bestias. ¡Oh, alma mía!, 
		tú eres capaz de Dios; desventurada de ti, si te contentas con lo que es 
		menos que Dios. Eleva tu alma a esta consideración; recuérdale que es 
		eterna y digna de la eternidad, aliéntala a que siga por este camino.
		Ave María Purísima
		Cristiano Católico 21-12-2012  Año de la Fe Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de 
la Santísima Virgen María 
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de 
la Santísima Virgen María