Liturgia Católica
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Primera parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO XIX
COMO SE HA DE HACER LA
CONFESION GENERAL
He aquí, pues, amada Filotea,
las meditaciones que se requieren para nuestro objeto. Una vez hechas,
ve, con espíritu de humildad, a hacer tu confesión general; pero te
ruego que no te dejes perturbar por ninguna aprensión. El escorpión, que
nos ha herido, es venenoso cuando nos pica, pero, una vez reducido a
aceite, es un remedio contra su propia picadura. Sólo cuando lo
cometemos, es vergonzoso el pecado, pero, al convertirse en
confesión y en penitencia, es honroso y saludable. La confesión
y la contrición son tan bellas y de tan buen olor, que borran la fealdad
y disipan el hedor del pecado. Simón el leproso dijo que Magdalena era
pecadora, pero Nuestro Señor dijo que no, y ya no habló de otra cosa
sino de los perfumes que derramó y de la grandeza de su amor. Si somos
humildes, Filotea, nuestro pecado nos desagradará infinitamente, porque
es ofensa de Dios; pero la acusación de nuestro pecado nos será dulce y
amable,
porque Dios es honrado en ella: decir al médico lo que
nos molesta es, en cierta manera, un alivio. Cuando llegues a la
presencia de tu padre espiritual, imagínate que te encuentras en la
montaña del Calvario, a los pies de Jesucristo crucíficado, destilando
por todas partes su preciosísima sangre, para lavar tus iniquidades;
porque, aunque no sea la propia sangre del Salvador, es, empero, el
mérito de su sangre derramada el que rocía abundantemente a los
penitentes, alrededor de los confesionarios. Abre, pues, bien tu
corazón, para que salgan de él los pecados, por la confesión, porque,
conforme vayan saliendo, entrarán en él los méritos de la pasión divina
para llenarlo de bendiciones.
Pero dilo todo sencilla e ingenuamente, tranquilizando de una vez tu
conciencia. Y, hecho esto, escucha los avisos y lo que ordene el siervo
de Dios, y di de todo corazón: «Habla, Señor, que tu sierva escucha».
Sí, Fílotea, es Dios a quien escuchas, pues Él ha dicho a sus
representantes: «El que a vosotros oye, a Mí me oye». Toma después, en
tu mano, la siguiente promesa, que es el remate de toda tu contrición y
que has de haber meditado y considerado antes; léela atentamente y con
todo el sentimiento que te sea posible.
12-12-2012
Dios te salve Santa María de Guadalupe llena eres de
gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra
muerte. Amén