Liturgia Católica
home
Segunda parte de la Introducción
a la vida devota
CAPITULO
III
DE LA INVOCACION, SEGUNDO PUNTO DE LA
PREPARACION
La invocación se hace de esta manera: al sentirse
tu alma en la presencia de Dios, se postra con extremada reverencia,
reconociéndose indignísima de estar delante de una tan soberana
Majestad, y reconociendo, no obstante, que esta misma bondad así lo
quiere, le pide la gracia de servirla y adorarla en esta meditación. Si
te parece podrás emplear algunas palabras breves y fervorosas, como lo
son éstas de David: «Oh Dios mío, no me apartes de delante de tu faz y
no me quites tu santo Espíritu. Ilumina tu rostro sobre tu sierva, y
meditaré tus maravillas. Dame inteligencia y consideraré tu ley, y la
guardaré en mi corazón. Yo soy tu sierva; dame el espíritu». También te
será provechoso invocar a tu Ángel de la Guarda y a los santos
personajes que entran en el misterio que meditas: como, en el de la
muerte del Señor, podrás invocar a la Madre de Dios, a San Juan, a la
Magdalena y al buen ladrón, para que te sean comunicados los
sentimientos y emociones interiores que ellos recibieron, y en la
meditación de tu muerte, podrás invocar al Ángel de la Guarda, que
estará allí presente, para que te inspire las consideraciones oportunas,
y así en los demás misterios.
Dios te salve Santa María de Fátima; Ruega por nosotros
Cristiano Católico
14-12-2012