Liturgia Católica
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Tercera parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO X
QUE ES MENESTER TRATAR LOS NEGOCIOS CON CUIDADO, PERO SIN
AFÁN NI INQUIETUD
El cuidado y la diligencia que
hemos de poner en nuestros asuntos son cosas muy diferentes de la
preocupación, de la inquietud y del afán. Los ángeles tienen cuidado de
nuestra salvación y nos la procuran con diligencia, mas no por ello
sienten inquietud, desasosiego, ni ansia; porque el cuidado y la
diligencia son propios de su caridad, pero la inquietud, el desasosiego
y el afán serían del todo contrarios a su felicidad, pues el cuidado y
la tranquilidad, y la paz del espíritu, pero no el afán, ni la
inquietud, ni mucho menos la obsesión. Seas, pues, Filotea, cuidadosa y
diligente en todos los asuntos que tuvieres a tu cargo, porque Dios te
los ha confiado y quiere que los trates cual conviene; pero, si te es
posible, no andes solícita ni ansiosa, es decir, no los
emprendas con inquietud, angustia y afán. No te
apresures en tu cometido, porque toda precipitación turba la razón y el
juicio, y nos impide también hacer las cosas por las cuales nos
afanamos.
Cuando Nuestro Señor reprende a Santa
Marta, le dice: «Marta, Marta, andas muy solícita y te turbas por muchas
cosas». ¿Ves? Si hubiese sido simplemente cuidadosa, no
se hubiera perturbado; pero, como que andaba preocupada e inquieta, se
precipita y se turba, por lo que Nuestro Señor la reprende. Los ríos que
se deslizan suavemente por la llanura, conducen grandes navíos y ricas
mercancías, y las lluvias que caen suavemente en los campos, los
fecundan y los llenan de hierbas y de mieses; pero los torrentes y los
ríos que corren tumultuosamente por la tierra, arruinan sus cercanías y
son inútiles para el tráfico, de la misma manera que las lluvias
violentas y tempestuosas llevan la desolación a los campos y a las
praderas. Jamás trabajo alguno, hecho con impetuosidad y con
prisas, ha llegado a feliz término; es menester apresurarse
lentamente, como lo dice el viejo adagio: «El que corre, afirmaba
Salomón, está en peligro de chocar y tropezar». Siempre obramos de
prisa, cuando obramos bien. Los moscardones meten mucho ruido y andan
más afanosos que las abejas, pero sólo fabrican cera y no miel. Así los
que se afanan con un afán torturador y con una inquietud ruidosa, nunca
hacen mucho bien.
Las moscas no nos molestan por su fuerza sino por su multitud. De la
misma manera los grandes quehaceres no turban tanto como los pequeños,
cuando éstos son muy numerosos. Recibe con paz todo el trabajo que venga
sobre ti, y procura atender a él ordenadamente, haciendo unas cosas
después de las otras; pero si quieres hacerlas todas a un tiempo y con
desorden, tendrás que hacer esfuerzos que fatigarán y agotarán tu
espíritu, y, por lo regular, quedarás deshecha por la angustia, y sin
ningún provecho.
Y, en todos tus negocios, estriba únicamente
en la providencia de Dios, pues sólo por ella tendrán éxito tus
designios; trabaja, empero, por tu parte, suavemente, para cooperar con
la Providencia, y después, cree que, si confías en Dios, el resultado
que obtengas siempre será el más provechoso para ti, ya te parezca
bueno, ya malo, según tu particular juicio.
Haz como los
niños, que dan una de sus manos a su padre, y, con la otra, cogen fresas
o moras junto a los cercados; asimismo, mientras vas reuniendo y
manejando los bienes de este mundo con una de tus manos, coge siempre,
con la otra, la mano del Padre celestial, y vuélvete de
vez en cuando hacia Él, para ver si está contento de tu trabajo o de tus
ocupaciones, y, sobre todo, guárdate de soltarle la mano y de sustraerte
a su protección, pensando que cogerás y allegarás más, porque, si Él te
abandonase, no darías un paso sin caer de bruces en tierra. Quiero
decir, Filotea, que cuando estés en medio de las ocupaciones naturales y
quehaceres comunes, que no exigen una atención demasiado fuerte ni
absorbente, pienses más en Dios que en el trabajo, y, cuando éste sea de
tanta importancia que exija toda tu atención para ser bien hecho, fija,
de vez en cuando, la vista en Dios, como lo hacen los que navegan por el
mar, los cuales, para ir al lugar que desean, miran más al cielo que
abajo por donde andan remando. Así Dios trabajará contigo, en ti y por
ti, y tu trabajo irá acompañado de consuelo.
Ave María Purísima
Cristiano Católico 18-12-2012 Año de la Fe
Vida Devota
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de
la Santísima Virgen María