Liturgia Católica
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Cuarta parte de la Introducción a la vida devota
CAPÍTULO VIII
QUE ES MENESTER RESISTIR A LAS TENTACIONES PEQUEÑAS
Aunque es cierto que hemos de combatir las grandes
tentaciones con un valor invencible, y que la victoria que, sobre ellas,
reportemos será para nosotros de mucha utilidad, con todo no es aventurado
afirmar que sacamos más provecho de combatir bien contra las tentaciones leves;
porque así como las grandes exceden en calidad, las pequeñas exceden
desmesuradamente en número, de tal forma que el triunfo sobre ellas puede
compararse con la victoria sobre las mayores. Los lobos y los osos son, sin
duda, más peligrosos que las moscas, pero no son tan impertinentes ni enojosos,
ni ejercitan tanto nuestra paciencia. Es una cosa muy fácil no cometer ningún
homicidio, pero es muy difícil evitar los pequeños enfados, de los cuales se nos
presentan ocasiones a cada momento.
Es muy fácil a un hombre o a una mujer no cometer adulterio, pero ya no lo es
tanto abstenerse de ciertas miradas, de dar o recibir amor, de procurar gracias
o pequeños favores, de decir o aceptar piropos. Es muy fácil no ser rival del
marido o de la mujer, en cuanto al cuerpo, pero no es tan fácil no serlo en
cuanto al corazón; cosa fácil es no mancillar el lecho nupcial, pero es muy
difícil no lesionar el amor de los casados; cosa fácil es no hurtar los bienes
ajenos, es, empero, difícil no desearlos ni envidiarlos; es muy fácil no
levantar falso testimonio en juicio, pero es muy difícil no mentir en una
conversación; es muy fácil no embriagarse, pero es muy difícil ser sobrio; es
muy fácil no desear la muerte del prójimo, pero es difícil no desearle algún
malestar; es muy fácil no difamarle, pero es difícil no despreciarle.
En una palabra, estas pequeñas tentaciones de ira, de sospechas, de celos, de
envidia, de amoríos, de frivolidad, de vanidad, de doblez, de afectación, de
artificio, de pensamientos deshonestos, son los cotidianos ejercicios, aun de
las personas más devotas y decididas; por esta causa, amada Filotea, conviene
que, con mucho cuidado y diligencia, nos preparemos para este combate, y ten la
seguridad de que cuantas fueren las victorias logradas contra estos pequeños
enemigos, otras tantas serán las piedras preciosas engarzadas en la corona de
gloria que Dios nos prepara en su paraíso. Por esto digo que, mientras esperamos
la ocasión de combatir bien y valientemente las grandes tentaciones, si llegan,
es menester que nos defendamos bien y dignamente de los pequeños y débiles
ataques.
Ave María Purísima
Cristiano Católico 20-12-2012 Año de la Fe
Vida Devota Sea Bendita la Santa e
Inmaculada Purísima Concepción de la Santísima Virgen María