Liturgia Católica
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Quinta parte de la Introducción
a la vida devota
CAPÍTULO III
DEL EXAMEN DE NUESTRA ALMA SOBRE EL AVANCE EN LA
VIDA DEVOTA
Este segundo punto del ejercicio es un
poco largo, y es mi parecer que, para practicarlo, no se requiere
hacerlo todo de una vez, sino por partes, por ejemplo, examinando ora el
propio comportamiento con Dios, ora lo une hace referencia a ti mismo,
ora lo que atañe a tus relaciones con el prójimo, ora considerando tus
pasiones. No es necesario ni conveniente que lo hagas de rodillas,
excepción hecha del comienzo y del fin, cuando se producen los afectos.
Los otros puntos del examen puedes hacerlos, con provecho, paseando, y
aun más útilmente en la cama, si puedes estar en ella sin adormecerte y
bien desvelada; mas, para hacer eso, es menester haberlos leído antes.
Es, no obstante, necesario hacer todo este segundo punto en tres días y
dos noches, tomando de cada día y de cada noche alguna hora, es decir,
algún tiempo, según te sea posible; porque, si este ejercicio se hiciese
a intervalos muy distantes, perdería su eficacia e impresionaría muy
débilmente. Después de cada punto del examen, verás si has faltado y en
qué faltas has incurrido, y cuáles son los movimientos más notables que
has sentido, al objeto de manifestarlo, para tomar consejo, resolución y
ánimo. Aunque no es necesario que los días en los cuales hagas éste y
los demás ejercicios te apartes del trato de la gente, conviene, empero,
procurarlo algún tanto, sobre todo, hacia el atardecer, para que puedas
acostarte más temprano y tener el reposo de cuerpo y de espíritu que se
requiere para la consideración. También conviene dirigir, durante el
día, frecuentes aspiraciones a Dios, a la Santísima Virgen, a los
ángeles y a toda la corte celestial; importa también mucho hacerlo todo
con un corazón enamorado de Dios y de la perfección de tu alma.
Así, pues, para comenzar bien este examen: 1. Ponte en la presencia de
Dios. 2. Invoca el Espíritu Santo, pidiéndole luz y claridad, para que
puedas conocerle bien, como San Agustín, que exclama delante de Dios: «
¡Oh Señor, conózcame a mí, conózcate a Ti!»; y San Francisco, que
preguntaba a Dios, diciendo: «¿Quién eres Tú y quién soy yo?» Declara
que no quieres conocer tus progresos sino para alegrarte en Dios; no
para glorificarte, sino para glorificar a Dios y darle las gracias. 3.
Asegura que, si, como crees, descubres que has aprovechado poco, o bien
que has retrocedido, de ninguna manera querrás abatirte por ello ni
enfriarte por ninguna clase de desaliento o relajación de ánimo, sino
que, al contrario, querrás alentarte y animarte más, humillarte y poner
remedio a tus defectos, con el auxilio de la gracia de Dios.
Hecho esto, considerarás despacio y tranquilamente cómo, hasta la hora
presente, te has portado con Dios, con el prójimo y contigo misma.
Ave María Purísima
Cristiano Católico 21-12-2012 Año de la Fe
Vida Devota
Sea Bendita la Santa e Inmaculada Purísima Concepción de
la Santísima Virgen María