Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
Libro cuarto
Capítulo IX
Que debemos ofrecernos a Dios con todas nuestras cosas y rogarle por
todos.
EL ALMA:
1. Señor, tuyo es todo lo que está en el cielo y en la tierra. Yo deseo
ofrecérteme de mi voluntad y quedar tuyo para siempre. Señor, con sencillez de corazón, me ofrezco hoy a Ti por siervo perpetuo, en obsequio y sacrificio de
eterna alabanza. Recíbeme con este santo sacrificio de tu precioso Cuerpo que te
ofrezco hoy en presencia de los ángeles que están asistiendo invisiblemente,
para que los recibas por mi salud y la de todo el pueblo.
2. Señor, yo te presento en el altar de tu misericordia todos mis pecados y
delitos, cuantos he cometido en tu presencia y de tus Santos ángeles desde el
día que comencé a pecar hasta hoy, para que tú los abrases todos juntos y los
quemes con el fuego de tu caridad, quites todas las manchas de ellos, limpies mi
conciencia de todo delito, y me vuelvas a tu gracia que perdí por el pecado,
perdonándomelos todos enteramente, y admitiéndome misericordiosamente al ósculo
de tu paz y amistad.
3. ¿Qué puedo yo hacer por mis pecados, si no confesarlos humildemente, llorando
e implorando tu misericordia sin cesar? Yo imploro, pues, en tu divino
acatamiento; óyeme propicio, Dios mío. Aborrezco mucho todos mis pecados, y no
quiero yo cometerlos jamás; antes, arrepentido y pesaroso de ellos mientras
viviré, estoy dispuesto para hacer penitencia, y satisfacer según mis fuerzas.
¡Perdona, oh Dios, perdona mis pecados por tu santo nombre! Salva mi alma que
redimiste con tu preciosa sangre. Vesme aquí que me encomiendo a tu
misericordia, me entrego en tus manos. Haz conmigo según tu bondad, y no según
mi malicia e iniquidad.
4. También te ofrezco, Señor, todos mis bienes, aunque muy pocos e imperfectos,
para que tú los enmiendes y santifiques, para que los hagas agradables y aceptos
a Ti, y siempre los mejores; y a mí, hombrezuelo inútil y perezoso, me lleves a
un santo y bienaventurado fin.
5. También te ofrezco todos los santos deseos de los devotos, y las necesidades
de mis parientes, amigos, hermanos y de todos los conocidos, y de cuantos me han
hecho bien a mí y a otros por tu amor; Y de todos los que desearon y pidieron
que yo orase, o dijese Misa por ellos, y por todos los suyos vivos y difuntos;
Para que todos sientan el fervor de tu gracia, el auxilio de tu consolación, la
protección en los peligros y en el alivio en los trabajos; para que, libres de
todos los males, te den muy alegres y cordialísimas gracias.
6. También te ofrezco mis oraciones y el sacrificio de propiciación,
especialmente por los que en algo me han enojado o vituperado, o me han hecho
algún daño o agravio; Y por todos los que yo enojé, turbé, agravié y
escandalicé, por palabra, por obra, por ignorancia o advertidamente; para que Tú
nos perdones a todos nuestros pecados y ofensas recíprocas. Aparta, Señor, de
nuestros corazones toda mala sospecha, toda ira, indignación y contienda, y
cuanto pueda estorbar la caridad, y disminuir el amor del prójimo. Misericordia,
Señor, da tu misericordia a los que la piden, tu gracia a los que la necesitan,
y haz que vivamos de tal modo, que seamos dignos de gozar de tu gracia, y que
aprovechemos para la vida eterna. Amén.