Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
Libro tercero
Capítulo I
Del habla interior de Cristo al alma fiel.
El alma:
1. Oiré lo que habla el Señor Dios en mí. Bienaventurada el alma que oye al
Señor que le habla, y de su boca recibe palabras de consolación.
Bienaventurados los oídos que perciben los raudales de las inspiraciones
divinas, y no cuidan de las murmuraciones mundanas.
Bienaventurados los oídos que no escuchan la voz que oyen de fuera, sino la
verdad que enseña de dentro.
Bienaventurados los ojos que están cerrados a las cosas exteriores, y muy
atentos a las interiores.
Bienaventurados los que penetran las cosas interiores, y estudian con ejercicios
continuos en prepararse cada día más y más a recibir los secretos celestiales.
Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de
todo impedimento del mundo.
¡Oh alma mía! Considera bien esto, y cierra las puertas de tu sensualidad, para
que puedas oír lo que te habla el Señor tu Dios.
2. Esto dice tu amado:
Jesucristo: Yo soy tu salud, tu paz y tu vida. Consérvate cerca de mí, y
hallarás paz. Deja todas las cosas transitorias, y busca las eternas.
¿Qué es todo lo temporal sino engañoso? ¿Y? ¿Qué te valdrán todas las criaturas,
si fueres desamparado del Criador?
Por esto, dejadas todas las cosas, hazte fiel y grata a tu Criador, para que
puedas alcanzar la verdadera bienaventuranza.