Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
Libro tercero
Capítulo XV
Cómo se debe uno haber y decir en todas las cosas que deseare.
Jesucristo:
1. Hijo, en cualquier cosa, di así: Señor, si te agradare, hágase esto así.
Señor, si es honra tuya, hágase esto en tu nombre. Señor, si vieres que me
conviene, y hallares serme provechoso, concédemelo para que use de ello a honra
tuya. Más si conocieres que me sería dañoso, y nada provechoso a la salvación de
mi alma, desvía de mí tal deseo. Porque no todo deseo procede del Espíritu
Santo, aunque parezca justo y bueno al hombre. Dificultoso es juzgar si te
incita buen espíritu o malo a desear esto o aquello, o si te mueve tu propio
espíritu. Muchos se hallan engañados al fin, que al principio parecían
inspirados por buen espíritu.
2. Por eso siempre se debe desear y pedir con temor de Dios y humildad de
corazón cualquier cosa apetecible que ocurriere al pensamiento, y sobre todo con
propia resignación, encomendarlo todo a Mí diciendo: Señor, Tú sabes lo que es
mejor: haz esto o aquello, según te agradare. Da lo que quisieres, y cuanto
quisieres, y cuando quisieres. Haz conmigo como sabes, y como más te agradare, y
fuere mayor honra tuya. Ponme donde quisieres, dispón de mí libremente en todo.
En tu mano estoy, vuélveme y revuélveme a la redonda. Ve aquí tu siervo
dispuesto a todo; porque no deseo, Señor, vivir para mí, sino para Ti. ¡Ojalá que
viva dignamente y perfectamente! Oración para conseguir la voluntad de Dios.
3. Concédeme, benignísimo Jesús, tu gracia para que esté conmigo, y obre
conmigo, y persevere conmigo hasta el fin. Dame que desee y quiera siempre lo
que te es más acepto y agradable a Ti. Tu voluntad sea la mía, y mi voluntad
siga siempre la tuya, y se conforme en todo con ella. Tenga yo un querer y no
querer contigo; y no pueda querer ni no querer lo que Tú quieres y no quieres.
4. Dame, Señor, que muera a todo lo que hay en el mundo; y dame que desee por Ti
ser despreciado y olvidado en este siglo. Dame, sobre todo lo que se puede
desear, descansar en Ti y aquietar mi corazón en Ti. Tú eres la verdadera paz
del corazón; Tú el único descanso: fuera de Ti todas las cosas son molestas e
inquietas. En esta paz permanente, esto es, en Ti, Sumo y eterno Bien. Dormiré y
descansaré. Amén.