Liturgia Católica
 home  
La Imitación de Cristo 
Libro tercero
Capítulo XVII
Toda nuestra atención se ha de poner en solo Dios.
Jesucristo:
1. Hijo, déjame hacer contigo lo que quiero; pues yo sé lo que te conviene. Tú 
piensas como hombre, y sientes en muchas cosas como te sugiere el afecto humano.
El Alma:
2. Señor, verdad es lo que dices: mayor es el cuidado que Tú tienes de mí, que 
todo el cuidado que yo puedo poner en mirar por mí. Muy a peligro de caer está 
el que no pone toda su atención en Ti. Señor, esté mi voluntad firme y recta 
contigo, y haz de mí lo que te agradaré. Que no puede ser sino bueno todo lo que 
Tú hicieres de mí. Si quieres que esté en tinieblas, bendito seas; y si quieres 
que esté en luz, seas también bendito. Si te dignares de consolarme, bendito 
seas; y si me quieres atribular, también seas bendito para siempre.
Jesucristo:
3. Hijo, así debes hacer si deseas andar conmigo. Tan pronto debes estar para 
padecer como para gozar. Tan de grado debes ser pobre y menesteroso, como 
abundante y rico. El Alma: 4. Señor, de buena gana padeceré por Ti todo lo que 
quisieres que venga sobre mí. Indiferentemente, quiero recibir de tu mano lo 
bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo, lo alegre y lo triste; y te daré gracias 
por todo lo que me sucediere. Guárdame de todo pecado, y no temeré la muerte ni 
el infierno. Con tal que no me apartes de Ti para siempre, ni me borres del 
libro de la vida, no me dañará cualquier tribulación que venga sobre mí.