Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
LIBRO PRIMERO
CAPÍTULO 10
QUE SE HA DE CERCENAR LA DEMASÍA EN LAS PALABRAS
1. Excusa cuanto pudieres el ruido de los hombres; pues mucho estorba el tratar
de las cosas del siglo, aunque se digan con buena intención.
Porque presto somos amancillados y cautivos de la vanidad.
Muchas veces quisiera haber callado y no haber estado entre los hombres.
Pero, cuál es la causa que tan de gana hablamos y platicamos. ¿Unos con otros,
viendo cuán pocas veces volvemos al silencio sin daño de la conciencia?
La razón es que por el hablar buscamos ser consolados unos de otros y deseamos
aliviar el corazón fatigado de pensamientos diversos.
Y de muy buena gana nos detenemos en hablar y pensar de las cosas que amamos o
sentimos adversas.
Más, ¡ay dolor!, que muchas veces sucede vanamente y sin fruto; porque esta
exterior consolación es de gran detrimento a la interior y divina.
2. Por eso, velemos y oremos, no se nos pase el tiempo en balde.
Si puedes y conviene hablar, sean cosas que edifiquen.
La mala costumbre y la negligencia de aprovechar ayudan mucho a la poca guarda
de nuestra lengua.
Pero no poco servirá para nuestro espiritual aprovechamiento la devota plática
de cosas espirituales, especialmente cuando muchos de un mismo espíritu y
corazón se juntan en Dios.