Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
Libro segundo
Capítulo VII
Del amor de Jesús sobre todas las cosas.
1. Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí
mismo por Jesús. Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser
amado sobre todas las cosas. El amor de la criatura es engañoso y mudable, el
amor de Jesús es fiel y durable. El que se llega a la criatura, caerá con lo
caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en Él para siempre. Ama a Jesús y tenle
por amigo, que aunque todos te desamparen, Él no te desamparará ni te dejará
perecer en el fin. De todos has de ser desamparado alguna vez, hora quieras o no.
2. Ten fuertemente con Jesús viviendo y muriendo, y encomiéndate a su fidelidad,
que Él solo te puede ayudar, cuando todos te faltaren. Tu amado es de tal
condición, que no quiere consigo admitir a otro, más Él solo quiere tener tu
corazón y como rey sentarse en su propia silla. Si tú supieses bien desocuparte
de toda criatura, Jesús morará de buena gana contigo. Hallarás casi todo perdido
cuanto pusieres en los hombres, fuera de Jesús. No confíes ni estribes sobre la
caña vacía; porque toda carne es heno, y toda su gloria caerá como flor de heno.
3. Si mirases solamente la apariencia de fuera de los hombres, presto serás
engañado. Porque si te buscas tu descanso y ganancias en otros, muchas veces
sentirás daño: si en todo buscas a Jesús, hallarás de verdad a Jesús: más si te
buscas a ti mismo, también te hallarás, pero para tu daño. Pues más se daña el
hombre a sí mismo, si no busca a Jesús, que todo el mundo y todos sus enemigos
le pueden dañar.