Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
Libro tercero
Capítulo XXXIX
Que el hombre no sea importuno en los negocios.
Jesucristo:
1. Hijo, encomiéndame siempre tus negocios, y yo los dispondré bien y
oportunamente. Espera mi voluntad, y sentirás provecho.
El Alma:
2. Señor, de muy buena gana te encomiendo todas las cosas, porque poco puede
aprovechar mi cuidado. ¡Ojalá que no me ocupasen mucho los acontecimientos que
me pueden venir, sino que me ofreciese sin tardanza a tu voluntad!
Jesucristo:
3. Hijo, muchas veces el hombre negocia con ahínco lo que desea; más, cuando ya
lo alcanza, comienza a pensar de otro modo, porque las aflicciones no duran
mucho cerca de una misma cosa; sino que nos llevan de una cosa a otra. Por lo
cual no es poco dejarse a sí mismo, aun en las cosas pequeñas.
4. El verdadero aprovechar es negarse a sí mismo; y el hombre negado a sí es muy
libre y está seguro. Más, el enemigo antiguo y adversario de todos los buenos, no
cesa de tentar; sino que de día y de noche pone graves asechanzas para
precipitar, si pudiere, al incauto en el lazo del engaño. Velad y orad, dice el
Señor, para que no entréis en tentación.