Liturgia Católica

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La Imitación de Cristo


Libro tercero


Capítulo XLII


Que nuestra paz no debe depender de los hombres.



Jesucristo:
1. Hijo, si buscas la paz en el trato con alguno para tu entretenimiento y compañía, siempre te hallarás inconstante y embarazado. Pero si vas a buscar la verdad que siempre vive y permanece, no te entristecerás por el amigo que se fuere o se muriere. En Mí ha de estar el amor del amigo, y por Mí se debe amar cualquiera que en esta vida te parece bueno y muy amable. Sin Mí no vale ni durará la amistad, ni es verdadero ni limpio el amor en que yo no intervengo. Tan muerto debes estar a las aficiones de los amigos, que habías de desear (por lo que a ti te toca) vivir lejos de todo trato humano. Tanto más se acerca el hombre a Dios, cuanto se desvía de todo gusto terreno. Y tanto más alto sube a Dios, cuánto más bajo desciende en sí, y se tiene por más vil.



2. El que se atribuye a sí mismo algo bueno, impide que la gracia de Dios venga sobre él; porque la gracia del Espíritu Santo siempre busca el corazón humilde. Si te supieses perfectamente anonadar y desviar de todo amor criado, yo entonces te llenaría de abundantes gracias. Cuando tú miras a las criaturas, apartas la vista del Criador. Aprende a vencerte en todo por el Criador, y entonces podrás llegar al conocimiento divino. Cualquier cosa, por pequeña que sea, si se ama o mira desordenadamente, nos estorba gozar del sumo bien, y nos daña.





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