Liturgia Católica

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La Imitación de Cristo



CAPÍTULO 7



QUE SE HA DE HUIR LA VANA ESPERANZA Y LA SOBERBIA



1. Vano es el que pone su esperanza en los hombres o en las criaturas. No te avergüences de servir a otros por amor a Jesucristo y parecer pobre en este siglo.
No confíes de ti mismo, si no pon tu esperanza en Dios. Haz lo que puedas, y Dios favorecerá tu buena voluntad. No confíes en tu ciencia ni en la astucia de ningún viviente, sino en la gracia de Dios que ayuda a los humildes y abate a los presumidos.


2. Si tienes riquezas, no te gloríes en ellas ni en los amigos, aunque sean poderosos, sino en Dios, que todo lo da, y, sobre todo, desea darse a Sí mismo. No te ensalces por la gallardía y hermosura del cuerpo, que con pequeña enfermedad destruye y afea. No te engrías de tu habilidad o ingenio, no sea que desagrades a Dios, de quien es todo bien natural que tuvieres.


3. No te estimes por mejor que otros, porque no seas quizá tenido por peor delante de Dios, que sabe lo que hay en el hombre. No te ensoberbezcas de tus buenas obras, porque de otra manera son los juicios de Dios que los de los hombres, y a Él muchas veces desagrada lo que a ellos contenta. Si tuvieres algo bueno, piensa que son mejores los otros, porque así conservas la humildad. No te daña si te pusieres debajo de todos; más es muy dañoso si te antepones a solo uno. Continúa paz, tiene el humilde; más en el corazón del soberbio hay emulación y saña frecuente.





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