Liturgia Católica

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La Imitación de Cristo


Libro cuarto


Capítulo XVII

 
Del amor fervoroso y vehemente deseo de recibir a Cristo


EL ALMA:
1. Con suma devoción y abrasado amor, con todo el afecto y fervor del corazón, deseo, Señor, recibirte en la comunión, como lo desearon muchos Santos y personas devotas que te agradaron mucho con la santidad de su vida, y tuvieron devoción ardentísima. ¡Oh Dios mío, amor eterno, todo mi bien, felicidad interminable! Deseo recibirte con el deseo más vehemente y con la reverencia más digna, cuál jamás tuvo ni pudo sentir ninguno de los Santos.



2. Y aunque yo sea indigno de tener aquellos sentimientos devotos, te ofrezco todo el afecto de mi corazón, como si yo solo tuviese todos aquellos inflamados deseos. Y cuanto pueda el alma piadosa concebir y desear. Todo te lo presento y te lo ofrezco con humildísima reverencia, y con entrañable fervor. Nada deseo reservar para mí, sino ofrecerme en sacrificio con todas mis cosas voluntariamente, y con el mayor afecto. Señor, Dios mío, Criador y Redentor mío, con tal afecto, reverencia, honor y alabanza, con tal agradecimiento, dignidad y amor, con tal fe, esperanza y pureza, deseo recibirte hoy, como te recibió y deseo tu Santísima Madre la gloriosa Virgen María, cuando al ángel que le anunció el misterio de la Encarnación respondió humilde y devotamente: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.



3. Y como el bienaventurado San Juan Bautista, tu precursor, y el mayor de los Santos, cuando aún estaba encerrado en el vientre de su madre, dio saltos de alegría en tu presencia con gozo del Espíritu Santo; y después, viéndote Jesús mío, conversar entre los hombres, con devoto y humildísimo afecto decía: El amigo del esposo, que está en su presencia y le oye, se regocija mucho al oír la voz del esposo: así deseo yo estar inflamado de grandes y santos deseos y presentarme a Ti con todo el afecto de mi corazón. Por eso te ofrezco y dedico los júbilos de todos los corazones devotos, los vivísimos afectos, los embelesos espirituales, las soberanas iluminaciones, las visiones celestiales, y todas las virtudes y alabanzas con que te han celebrado y pueden celebrar todas las criaturas en el cielo y en la tierra: recíbelo todo por mí y por todos los encomendados a mis oraciones, para que seas por todos dignamente alabado y glorificado para siempre.



4. Recibe, Señor, Dios mío, mis deseos y ansias de darte infinita alabanza y bendición inmensa, los cuales te son justísimamente debidos, según la multitud de tu inefable grandeza. Esto te ofrezco ahora, y deseo ofrecerte cada día y cada momento; y convido y ruego con instancia y afecto; a todos los espíritus celestiales, y a todos tus fieles, que te alaben y te den gracias juntamente conmigo.



5. Alábente todos los pueblos, todas las tribus y lenguas, y engrandezcan tu santo y dulcísimo nombre, consumo, regocijo e inflamada devoción. Merezcan hallar tu gracia y misericordia todos los que con reverencia y devoción celebran tu altísimo Sacramento, y con entera fe lo reciben; y ruegan a Dios humildemente por, mi, pecador. Y cuando hubieren gozado de la devoción y unión deseada, y se partieren de la mesa celestial muy consolados y maravillosamente recreados, tengan por bien acordarse de este pobre.







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