Liturgia Católica
home
La Imitación de Cristo
Libro segundo
Capítulo V
De la consideración de sí mismo.
1. No debemos confiar de nosotros grandes cosas, porque muchas veces nos falta
la gracia y la discreción. Poca luz hay en nosotros, y presto la perdemos por
nuestra negligencia. Y muchas veces no sentimos cuán ciegos estamos en el alma.
Muchas veces también obramos mal, y lo excusamos peor. A veces nos mueve la
pasión, y pensamos que es celo.
2. El hombre recogido antepone el cuidado de sí mismo a todos los cuidados; y el
que tiene verdadero cuidado de sí, poco habla de otros. Nunca estarás recogido y
devoto, si no callares las cosas ajenas, y especialmente mirares a ti mismo. Si
del todo te ocupares en Dios y en ti, poco te moverá lo que sientes de fuera.
¿Dónde estás cuando no estás contigo? Y después de haber discurrido por todas
las cosas, ¿qué has ganado si de ti te olvidaste? Si has de tener paz y unión
verdadera, conviene que todo lo pospongas, y tengas a ti solo delante de tus
ojos.
3. Mucho aprovecharás, si te guardas libre de todo cuidado temporal. Muy
menguado serás, si alguna cosa temporal estimares. No te parezca cosa alguna
alta, ni grande, ni acepta, ni agradable, sino Dios puramente, o lo que sea de
Dios. Ten por vana cualquier consolación que te viniere de alguna criatura. El
alma que ama a Dios, desprecia todas las cosas sin Él. Solo Dios eterno e
inmenso que todo lo llena, gozo del alma y alegría verdadera del corazón.