Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
Libro tercero
Capítulo XXIV
Cómo se ha de evitar la curiosidad de saber las vidas ajenas.
Jesucristo:
1. Hijo, no quieras ser curioso, ni tener cuidados impertinentes. ¿Qué te va a
ti de esto o de lo otro? Sígueme tú. ¿Qué te importa que aquel sea tal o cual; o
que este viva o hable de este o del otro modo? No necesitas tú responder por
otros, sino dar razón de ti mismo. ¿Pues por qué te ocupas en eso? Mira que yo
conozco a todos; veo cuanto pasa debajo del sol, y sé de qué manera está cada
uno, qué piensa, que quiere, y a qué fin dirige su intención. Por eso se deben
encomendar a Mí todas las cosas; pero tú consérvate en santa paz, y deja al
bullicioso hacer cuanto quisiere. Sobre él vendrá lo que hiciere, porque no
puede engañarme.
2. No tengas cuidado de la autoridad y gran nombre, ni de la familiaridad de
muchos, ni del amor particular de los hombres. Porque esto causa distracciones y
grandes tinieblas en el corazón. De buena gana te hablaría mi palabra, y te
revelaría mis secretos, si tú esperases con diligencia mi venida, y me abrieses
la puerta del corazón. Está apercibido, y vela en oración, y humíllate en todo.