Liturgia Católica
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La Imitación de Cristo
Libro tercero
Capítulo XXX
Cómo se ha de pedir el favor divino, y de la confianza de recobrar la
gracia.
Jesucristo:
1. Hijo, yo soy el Señor, que conforta en el día de la tribulación. Ven a Mí,
cuando no te hallares bien. Lo que más impide la consolación celestial, es que
muy tarde vuelves a la oración. Porque antes de orar con atención, buscas muchas
consolaciones, y te recreas en lo exterior. De aquí viene que todo te aprovecha
poco, hasta que conozcas que yo soy el que libro a los que esperan en Mí; y
fuera de Mí no hay auxilio eficaz, consejo provechoso, ni remedio durable. Más
recobrado el aliento después de la tempestad, esfuérzate a la luz de mis
misericordias; porque cerca estoy (dice el Señor) para reparar todo lo perdido,
no solo cumplida, sino abundante y colmadamente.
2. ¿Por ventura hay cosa difícil para Mí? ¿O seré yo como el que dice y no hace?
¿Dónde está tu fe? Ten firmeza y perseverancia. Sé varón fuerte y magnánimo, y a
su tiempo te llegará el consuelo. Espérame, espera; Yo vendré y te curaré.
Tentación es la que te atormenta, y vano temor el que te espanta. ¿Qué aprovecha
el cuidado de lo que está por venir, sino para tener tristeza sobre tristeza?
Bástale a cada día su molestia. Vana cosa es y sin provecho entristecerse o
alegrarse de lo venidero, que quizás nunca acaecerá.
3. Pero es propio de la humana flaqueza engañarse con tales imaginaciones; y
también es señal de poco ánimo dejarse burlar tan ligeramente del enemigo. Pues
el que no cuida que sea verdadero o falso aquello con que nos burla o engaña; o
si derribará con el amor de lo presente, o con el temor de lo futuro. No se
turbe, pues, ni tema tu corazón. Cree en Mí, y ten confianza en mi misericordia.
Cuando piensas que estás lejos de Mí, estoy más cerca de ti regularmente. Cuando
piensas que está todo casi perdido, entonces muchas veces está cerca la ganancia
del merecer. No está todo perdido cuando alguna cosa te sucede contraria. No
debes juzgar como sientes ahora, ni embarazarte, ni acongojarte con cualquier
contrariedad que te venga, como si no hubiese esperanza de remedio.
4. No te tengas por desamparado del todo, aunque te envíe a tiempos alguna
tribulación, o te prive del consuelo deseado; porque de este modo se llega al
reino de los cielos. Y sin duda te conviene más a ti, y a los demás siervos
míos, ser ejercitados en adversidades, que si todo os sucediese a vuestro gusto.
Yo penetro los secretos; y sé que te conviene mucho para tu bien, que algunas
veces te deje desconsolado; para que no te ensoberbezcas en los sucesos
prósperos, ni quieras complacerte en ti mismo, por lo que no eres. Lo que yo te
di, te lo puedo quitar, y volvértelo cuando me agradare.
5. Cuando te lo diere, mío es: cuando te lo quitare, no tomo cosa tuya, pues mía
es cualquier dádiva buena y todo don perfecto. Si te enviare pesadumbre, o
alguna contrariedad, no te indignes, ni desfallezca tu corazón. Presto puedo
levantarte, y mudar toda pena en gozo. Justo soy, y digno de ser alabado, cuando
así me porto contigo.
6. Si bien lo entiendes y lo miras a la luz de la verdad, nunca te debes
entristecer, ni descaecer tanto por las adversidades; sino antes holgarte más y
darme gracias. Y tener por único gozo el ver que afligiéndote con dolores, no te
contemplo. Así como me amó el Padre, Yo os amo, dije a mis amados discípulos,
los cuales no envié a gozos temporales, sino a grandes peleas; no a honras, sino
a desprecios; no a ocio, sino a trabajos; no al descanso, sino a recoger grandes
frutos de paciencia. Acuérdate, hijo mío, de estas palabras.